Pedro Claver es una de las figuras del siglo XVII. Hombre, sociólogo y santo. Testigo vivo de la tragedia social del continente negro, el reino de la esclavitud. Vio llegar a los hijos de África a las costas de América, encadenados. Su aspiración suprema fue hacerlos libres. Debió conocer su historia y su lenguaje.
Al contacto con miles y miles de desgraciados, procedentes de 40 naciones, asistió como forjador eficaz a la segunda etapa del Nuevo Mundo, a la edad de oro colonial, por representar ese período de 50 años del siglo XVII la continuación del imperio hispánico continental, en la línea de las riquezas, de los heroísmos y aún de la santidad.
Claver, representó la síntesis de tres mundos: físicos, morales y sicológicos. No llenan su biografía grandes conflictos e intervenciones políticas —era el esclavo blanco de una raza negra oprimida ante los dueños—, sin embargo, en esta canalización de cultura, en este esfuerzo por incorporar una raza esclava a una libre, injertándola en una tierra física y moralmente nueva, en una lengua y una fe nuevas, consiste su mayor grandeza y el título: el santo que libertó una raza.
Con estas ideas se aclara toda su vida y se iluminan las posibles paradojas de su heroísmo. Esta es la clave de su historia sencilla.
No fue antisocial con las clases altas, pues una de sus amistades más profundas fue precisamente con una persona de esta clase. Hay que rectificar sus relaciones con los superiores también. No es el santo brusco y rectilíneo que vive en su callada y dolorosa mortificación. Sabe ser amigo, mantiene relaciones con lo más granado de la sociedad cartagenera, tiene el sentido moderno de la formación de jefes y aplica un método social religioso que le llevará al triunfo.
Pedro Claver fue un hombre de su tiempo que se entregó a la caridad, no importa las exigencias que trajera consigo. Ciertos heroísmos no deben producir repugnancia, sino al contrario, admiración profunda. Talvez por eso su mensaje es actual, hoy después de tres siglos.
Veremos cómo su acción tiene interferencias con tres continentes: Europa, África, América.
Para escribir la vida de San Pedro Claver, talvez se necesita sentir profundamente dos mundos, el europeo y el americano. Escribir del joven catalán y su mundo, sin conocerlo, es casi imposible, es el defecto de muchas biografías escritas del lado americano.