Una tibia tarde de un largo fin de semana, Diego visita a su abuelo para pedirle que le platique un cuento. Las hojas vacías del cuento serán el lienzo mágico en donde el narrador de luces y sueños irá enseñándole al nieto que los protagonistas del cuento deben ser creados por ellos mismos. Le enseña la importancia de los decretos para levantar al espíritu con la palabra: Talita-Kum. Los protagonistas, los espacios de tinta dormida y las vivencias del abuelo van cautivando a Diego para enseñarle la importancia de saber danzar con los sueños.