Alguien muere en un tren. Tres mujeres ven en ese hombre, la esperanza que las mantiene vivas y por la que son capaces de transgredir cualquier imposici n, barrera tica o accidente f sico. Ese hombre que viaja hacia ellas, ese hombre y ese viaje que ellas se apropian, esa especie de final feliz que todo ser humano espera, es un s mbolo de fe. De una fe simple y llana en un d a mejor, en un despu s sin la mala suerte de saber que la ilusi n ha terminado. Esta novela es una novela disidente. Una novela que diside por el claro principio de la inconformidad, de la rebeld a que alienta las grandes causas humanas. Una disidencia que no remite a actos valientes, a poses heroicas, a suicidios altisonantes. Por el contrario; la novela fluye como un r o de pocas aguas, sin saltos ni fuertes corrientes, como si en ese fluir leve y calmo, pero continuo, residiera toda la agresividad de su permanencia. Ladislao Aguado